Cuando hablamos de vino podemos hacerlo utilizando los cinco sentidos. Además de la vista o el olfato, podemos juzgar un vino por su tacto. Y en gran parte ello es debido a los taninos.
Habéis probado algún vino con la sensación que te llenaba tanto la boca que casi lo podíais masticar? Alguna vez os ha quedado la lengua un poco rasposa … como si acabáramos de comer nueces? Acabáis de descubrir los taninos!
Pero … ¿qué son exactamente los taninos?
Los taninos son una sustancia vegetal presente en la raspa, las pieles y las semillas de la uva, y también en la madera de las barricas en que se envejece el vino.
Aportan astringencia, amargura, y una sensación secante a la boca. Los notaréis especialmente en las encías y en la parte central de la lengua.
Qué vinos tienen más taninos?
Los vinos blancos tienen menos taninos que el contacto con las pieles y el raspón de la uva es muy corto. En el caso de los vinos blancos fermentados, macerados o criados en botas, éstas les pueden aportar taninos suaves, que darán un toque tostado.
En cambio, en la maceración de los vinos tintos la piel y las semillas están en contacto con el vino durante días, permitiendo que este absorba más taninos. Esto ayudará a dar cuerpo, intensidad aromática y color a estos vinos.
Algunas de las variedades de uva con más contenido de taninos son el tempranillo, el Cabernet Sauvignon o el nebbiolo italiano. En cambio, el merlot, garnacha y el Pinot Noir tienen un contenido más bajo.
En ningún caso los taninos son un defecto, más bien todo lo contrario. El paso del tiempo y la crianza del vino, contribuyen afinar los taninos y el vino se va haciendo más amable, sedoso, agradable y redondo.
Los taninos son salud!
Los taninos son polifenoles y por lo tanto son un potente antioxidante natural. Los puede encontrar en otros alimentos como el té, los frutos secos, el chocolate negro o las espinacas.
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